“Me acuerdo de los primeros días en los que llegue a Nueva Zelanda, estaba asustada. Me desesperaba la idea de socializar, de convivir día a día con una familia que no era la mía y el hecho de ir a la escuela una vez ya terminada, viajando al otro lado del mundo ,dejando mi vida en Medellín y llegando a un país donde su idioma es el inglés. Fue pasando el tiempo y entre al colegio y pues todo era nuevo ,primero té encuentras con personas de todas partes del mundo prácticamente en la misma situación tuya, en la que todo es nuevo ,desde la forma en como actúan y viven su día a día. Hasta que sin darte cuenta ya no te pierdes, ya coges el bus o vas en bicicleta al colegio, ya te vas después del colegio a la playa o simplemente a un mall a jugar cartas con tus amigos, esos amigos que se vuelven tu familia, esa familia que se vuelve parte de tu historia junto con tú Host family ,esa libertad que te dan y esa responsabilidad que te toca adquirir y ya lo empiezas a ver como un segundo hogar ya no es algo extraño. Luego llegan las vacaciones del colegio con la oportunidad de viajar y conocer un país con una cultura hermosa y unos lugares increíbles también con la oportunidad de conocer a personas de todas partes de mundo compartiendo contigo esa experiencia y bueno no solo eso con la oportunidad de hacer cosas como tirarte de paracaídas o de bungee, ya luego te das cuenta que hablar inglés se te vuelve algo natural o que ya es más fácil poder comunicarte de buena manera con las demás personas. Hasta que te das cuenta que solo te queda una semana y empiezas a disfrutar como nunca y llega ese momento difícil de decir adiós a un país que te hizo feliz, un país que te cambió la vida y a esos amigos que no volverán hacer tu día a día.”
